Su matrimonio había fracasado. ¿Cómo? se preguntaba. Como un riachuelo generado por una tormenta de verano, poco a poco sin hacer demasiado ruido; como se extingue el aleteo de una mariposa, suavemente; como desaparece el sonido melancólico de las olas del mar cuando nos alejamos de la orilla; como ...
¿Por qué? se interrogaba. Porque se acabó sin más; porque el amor no es eterno, a pesar de lo que nos han hecho creer; porque la fragilidad de unos lazos pueden resquebrajarse con un pausado silencio o un acuciado grito; porque ...
Y, ¿ahora qué? se cuestionaba. Ahora hay que recuperar la autoestima, la rabia por seguir adelante a pesar de las adversidades; hay que buscar una nueva ubicación ante una nueva forma de concebir la existencia; hay que hacer frente a los próximos retos que se avecinan; hay que ...
Así pues recicla sentimientos, aísla pesadillas, sueña posibilidades, realiza utopías, ¡ADUÉÑATE DE TU VIDA!
Hola Antonia,
ResponEliminaCuán importante es tomar las riendas de la propia vida sin compartir desde la obligación ni por rutina.
No es el final, es el comienzo...
Un gran abrazo.
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ResponEliminaTienes razón. No dejarse arrebatar la dignidad es un signo de fortaleza y por eso estoy segura que la maravillosa persona a la que va dedicado este texto sabe cuánto vale, aunque en estos delicados momentos no vea con claridad ese camino que le conducirá a un futuro mejor.
ResponEliminaBesos para ambas
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