La degradación hizo mella en sus órganos; su rostro se convirtió en una
farsa del que otrora fue; la conciencia, cada vez más exigua, aparecía y
desaparecía detrás de una maraña de morfina y otros medicamentos. Ya no reconocía,
en aquel despojo, a mi ser querido. Su fuerza y su temperamento habían sido
extirpados por la enfermedad. Y en su lecho de muerte fue tan solo una sombra
errante buscando el momento oportuno para cruzar, con el barquero, al otro lado
del río Aqueronte. Llevará una moneda para el largo viaje.
Hola Antonia,
ResponEliminaSe fue. La enfermedad ganó la guerra. Pero, lo que no pudo llevarse fueron "LOS RECUERDOS", ellos, siempre estarán con nosotros, cada día, a cada instante, cualquier palabra que él decía, nos recordará que, en cierta manera, no se ha ido del todo y, que nos acompañará en este camino, llamado vida.
Un fuerte abrazo.
Gracias, como tú bien dices lo que nos queda son los recuerdos, pero mientras que recordemos siempre estarán con nosotros.
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