¿QUÉ NOS PASA?

¿Cuánto dinero hemos gastado como país en temas banales, en cuestiones que nos han hecho perder ese estado del bienestar tan ansiado por todos?, porque ¿por dónde debe empezar un estado para dar a sus habitantes la cobertura necesaria para vivir dignamente? Evidentemente habrá opciones para todo, pero como esta es mi pequeña aportación, la sanidad debe ser el uno de los fundamentos que sostengan cualquier sociedad. Sin un buen sistema que cubra las diversas problemáticas de salud de todos nosotros, no vamos a ninguna parte.Y la comprobación queda evidenciada en esta situación de incertidumbre que estamos atravesando, en este Ancho mar de los Sargazos que nos lleva a la destrucción.

Llevamos décadas formando grandes profesionales de la sanidad, invirtiendo en sus carreras para que se conviertan en esos excelentes referentes que son, pero ¿qué sucede cuando acaban su formación y salen al mundo laboral ? Grandes des-esperanzas, porque nuestras ofertas son de precariedad cuando en otros países tienen mejores opciones de reconocimiento y económicas que aquí; así que la decisión de muchas personas jóvenes con estudios está clara, emigrar a otros lugares donde sus servicios sean valorados en su justa medida. Así tenemos una crisis de personal sanitario importante y acabamos contratando a otros profesionales de otros países. ¡Vaya!, un circuito incesante de idas y venidas en este mundo globalizado.

Está claro que necesitamos el compromiso de todos los integrantes de la sociedad para darle la vuelta al pensamiento retrógrado de muchos dirigentes políticos, y parece que este estado de emergencia que nos está tocando vivir empieza a remover conciencias, pero el problema es QUE LLEGA DEMASIADO TARDE y La plaga ya está entre nosotros.

Ahora, como no hemos hecho previsión y nos hemos gastado las partidas presupuestarias en otros "logros" (no quiero entrar a desgranar este apartado, puesto que los granos son muchos y variados y seguro que podría herir alguna que otra susceptibilidad, pues que cada uno escoja uno), dejando de lado la investigación imprescindible para buscar soluciones, o perdiendo la oportunidad de aprovisionamiento en caso de crisis, que lleva años proclamándose, como Crónica de una muerte anunciada, pero a la que no hemos prestado atención, porque el lobo parecía que no iba a venir, mas estábamos equivocados y vino, y se está comiendo a las ovejas con total impunidad, y los pastores que deberían tener los medios necesarios para lidiar contra el monstruo, resulta que no tienen ni mascarillas, ni guantes, ni gafas, ni aparatos respiratorios, ni camas suficientes, ni nada de nada, solo ganas, profesionalidad, esfuerzo, lucha y nuestro reconocimiento (ahora, porque solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena).

El hecho es lamentable y plantea un grave escenario: si nuestros sanitarios no tienen material de protección para evitar contraer la enfermedad, ¿quién nos sanará cuando ellos estén confinados en cuarentena?

Pero esto son reflexiones sin trascendencia, porque llegado el fin de semana, ¿por qué no rompemos todos el aislamiento impuesto (que es la mejor medida de prevención para extender La peste) y nos vamos a la playa o al campo, o por qué no organizamos fiestas y eventos multitudinarios? No pasa nada, se están muriendo miles de personas, pero todavía hay irresponsables con síndrome de Peter Pan, inmaduras, que optan por vivir en mundos irreales.

¡Por favor, seamos conscientes y consecuentes!