Escribo de nuevo en estos días de canícula estival que no me dejan dormir inundando de sueños mi lecho. Vagar por los deseos, saborear la posibilidad de explorar nuevos rincones, para chocar con la realidad de noctambular por la casa cuando todos duermen. Pasear por las habitaciones donde descansan otras almas, saborear la brisa de la noche sin espectadores, recorrer estancias vacías que únicamente albergan objetos inanimados, gozar del sosiego de la soledad sin testigos que importunen tu dulce deambular.
Hola Antonia, qué sensación más desagradable querer conciliar el sueño y que el calor te lo impida. En mi caso, este verano, no es el calor sino "el dolor" lo que está entorpeciendo el poder disfrutar al máximo de estos meses estivales. Confío que tanto una cosa como la otra, remita pronto.
ResponEliminaUn abrazo.
Sé que es imperdonable que no te haya dicho nada antes, pero ya sabes este mes de agosto, hasta el último día, son vacaciones, todo con más calma. Lamento mucho lo que te sucede, de hecho ya lo sabes, y confío en tu pronta recuperación.
ResponEliminaUn beso