La soledad invadía,
poco a poco, todo el territorio, todo su ser. Nada ni nadie sabía de su caída
libre. Como un relámpago una idea cruzó su mente, descartada en un primer
momento. En cuestión de días fue prendiendo con fuerza en aquel intelecto, ya
ausente de cualquier motivación. Sin inquietudes, perdiéndose en el abandono,
tomó la decisión, y sin más preámbulos de la vida huyó.
Dedicado a cualquier persona que haya perdido un ser querido de esta forma traumática.
Hola Antonia,
ResponEliminaLeyendo tu texto, un frío intenso ha recorrido mi cuerpo.
Alguien que conozco desde el día que nací, en el que su trayecto por la vida ha sido una depresión tras otra, hasta que un día tuvo más fuerza el desánimo y el "no puedo más",que el luchar contra ese huésped indeseado.
Una mañana pensó egoistamente y decidió quitarse la vida y acabar con todo. No salió bien. Quizás el destino decidió que no había llegado su hora.
Esa mujer de la que estoy hablando, es la que veo todos los días cuando me miro al espejo.
Un fuerte abrazo.
Lamento leer estas líneas que me transmiten un dolor infinito, pero quizás ese destino decidió que debías seguir aquí, luchando entre nosotros, para poder dar a todo aquel que lo necesite tu sabiduría, tu fuerza (que también la tienes) y un abrazo de amiga.
ResponEliminaBesos