La foscor va entrar a la seva cambra, les llàgrimes queien
sobre el coixí, havia estat anul·lada, mutilada, com una nina trencada. Restava sola, perduda, sense paraules, sense
somnis, sense una vida. Tot era negror, abatiment. Les flors havien mort, els
colors havien fugit i únicament es distingia la figura d’ell, dempeus, perquè
ella agonitzava al terra d’aquella habitació.
Hola Antonia, yo he vivido muy de cerca el maltrato físico y psíquico. Puedo asegurar que es algo muy triste.
ResponEliminaMi madre era una mujer que siempre tenía una sonrisa en los labios. Pero siendo yo aún muy pequeña, empecé a darme cuenta de que mi madre temblaba de miedo cuando mi padre llegaba de trabajar(casi siempre bebido), la humillaba, la anulaba como persona, siempre tenía miedo de hablar(por si lo que decía, a él no le sentaba bien). Poco a poco se fue metiendo en el pozo de la soledad, de la angustia, se sentía culpable(de no se qué), tenía cicatrices en el alma, esas que no se ven, pero duelen.Pensar en esto es muy amargo para mí. Por eso estoy tan sensible con este tema.
La mala suerte no se apartó de ella puesto que a los 58 años murió de cáncer,
Un abrazo muy fuerte.
Esta lacra social que nos maldice a todas nosotras es como una ejecución constante. Mujeres, miles de mujeres son despojadas de todo cada día, menospreciadas, ultrajada y asesinadas. Y cada vez que cae una, el resto sentimos una punzada por esa compañera, amiga, madre, amante que desaparece. Pero no podemos dejarnos abatir, debemos ponernos en pie y seguir luchando por esa igualdad real, por ese respeto que como ser humano nos hemos ganado.
ResponEliminaBesos.