Mi cerebro, todavía dormido, enviaba órdenes a mis
articulaciones, a mis ojos y les incitaba a desperezarse, a abrirse a la luz
del nuevo día. ¿Qué sonido había interrumpido mi sueño? En un primer momento
pensé que era el despertador, tal y como me había pasado tres horas antes, pero
en esta ocasión era el mensaje de un amigo. Pero, ¿no es muy temprano para ponerse
en marcha? Miro el reloj y casi las 10 (parece ser que no). En unos minutos mi
mente se organiza y, todo mi cuerpo se pone en marcha, da comienzo el primer día
de un largo puente.
Disfrutar de la luz maravillosa que nos ofrece este
6 de diciembre.
Fotografía: personal
Hola Antonia, estamos tan acostumbrados a la rutina diaria, que el cambio produce un desconcierto en el cuerpo y mente que cuesta asimilarlo, pero cuando lo hace, nos disponemos a disfrutar de ese periodo de tiempo en el que podemos desconectar de la monotonía y hacer cosas diferentes.
ResponEliminaUn besazo.
Totalmente de acuerdo. ¡Qué gran beneficio para el cuerpo y la mente! Necesitamos de esos días que nos desconectan de la rutina.
ResponElimina¡Hagamos cosas diferentes!
¡Disfruta!
Un beso
El estar tranquilamente en la cama, despertandote el repique de las campanas, el sonido de la lluvia en los vidrios (esta lloviendo), sin horarios, sin prisas, sin NADA que hacer.
ResponEliminaJo, bendito puente de pijama!!!
Así que oyendo chisporretear la lluvia (¡qué poético!). Nosotros sin tanta poesía pero con un sol que luce maravilloso y un frío que "pela".
ResponEliminaQue te lo pases de "p.m." en pijama y sin agobios.
Un besazo