Perdido, extraviado en el tiempo, vagaba por las aguas turbulentas del destierro. Acunado por la hojarasca de un bosque exiguo, intentaba dejar una huella de redención que le permitiera prolongar su existencia más allá de su propia condena, aunque su nave escoraba en el crepúsculo de una vida anodina. Era el ocaso de un no mito.

Fuente de la fotografía: Ojo Digital, National Geographic.
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