12 páginas a doble cara de prospecto especificaban los pros y los contras de aquel medicamento, sacado al mercado por una de las grandes y rutilantes empresas farmacéuticas. Ponderaba, con todo tipo de aclaraciones, los prodigios del remedio. Así empezábamos con el detalle del nombre, para seguir con la composición y la fórmula farmacéutica, más adelante los datos clínicos con sus posologías y las correspondientes advertencias (sobre el embarazo, la lactancia, la utilización de maquinaria peligrosa o sobre la conducción, entre otras), para acabar con el titular de la comercialización, la presentación y el PVP, las condiciones de dispensación y la fecha de revisión del texto. ¡Ah!, me olvidaba de las referencias utilizadas.
Como diría Arthur Shapiro, ¿dónde está el maravilloso placebo?
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