Recuerdo aquellos muebles que tantos esfuerzos nos
habían costado. Todavía pueblan mi mente espejos, sillas y otros enseres que
configuraban parte de nuestro patrimonio. Aquellos cuadros elegidos más por su
escaso precio y dignidad que por el autor que los había creado. Nuestro lecho,
vacío. Todo cambia, todo envejece y ellos también lo hicieron, cubriéndoles hoy
una pátina de polvo y unas sábanas roídas en un guardamuebles, sin esperanzas, igual
que nuestro amor.
Fuente fotografía: Camas vacías
Precioso, con pocas palabras como llegas a describir la soledad y el vacio emocional.
ResponEliminaGracias Isabel, todo esto me anima a seguir escribiendo. Es cierto que a pesar de estar rodeados de muchas personas podemos llegar a sentir ese vacío que nos inunda y acaba desbordando por todos los poros de nuestra piel.
ResponEliminaGracias también a quién te informó (me lo imagino) del acto de presentación del blog.
Un besazo