Noche de elecciones, felicidad en los rostros ganadores y tristeza entre los que han perdido. Las valoraciones de los líderes reflejan ese punto de inflexión donde nadie ha sido derrotado, todos tienen aquel pundonor hacia sus votantes, todos alaban la no aparición de hechos deleznables que hubieran empañado la gran “fiesta” de la democracia. Los dos grandes partidos se reparten la inmensa mayoría de los votos, mientras que los pequeños confían en poder parar las decisiones de las mayorías absolutas, aquellas que dejan en poder de un único adalid las sentencias que marcarán nuestro destino durante cuatro años.
Hablamos pues de una democracia donde no hay listas abiertas que permitan al ciudadano decidir entre los diputados, apenas conocidos entre la población a excepción del cabeza de lista; donde se aplica el denominado sistema d’Hondt (no sabemos si el más adecuado), según el cual se eliminan aquellas candidaturas que no alcancen un porcentaje mínimo del 3% en sus demarcaciones; donde las cifras, a pesar de la austeridad, no dejan de asombrar a los neófitos en estos conceptos y estas elecciones nos han costado 124 millones de euros, según datos del Ministerio del Interior; donde el número de votantes ha aumentado pero el número de votos ha disminuido; donde…
Noche de elecciones, creo que finalmente pasaré de tanto dato y debate y veré una película que me anime ante tanta hipocresía constitucional.
Fuente del dibujo:El periódico de Tucumán
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