Una lista interminable de vocablos se arrastraba
desde mi cerebro, madurando por el camino, hasta salir por mi boca, totalmente
acompasada, inundando como la pleamar el recuerdo de aquella noche
excepcional. Fue como un torrente, como una tormenta de verano que descargó
sobre mi cuerpo, dejándome completamente mojada. La lascivia me recorrió
literalmente, manteniéndome en tensión, como si la luz de los rayos de la
tormenta accediera a lo más recóndito de mi ser. Todos los elementos de la
naturaleza se confabularon para recrear una noche mágica. Así el relámpago
penetró la tierra, el río inundó la gruta, las ramas de los árboles acariciaron
las nubes y toda yo quedé impregnada de aquel aroma, de aquella esencia que
desprendía su cuerpo.
Fuente imagen: noticias.eltiempo.tv