El lugar era sorprendente, no me extrañaba que
todos aquellos extranjeros visitaran un espacio tan emblemático de Barcelona.
Gaudí había conseguido, una vez más, captar y envolver a propios y ajenos ante
la calidez de aquellos ambientes
inundados por la luz en un día magnífico de verano. Allí estamos de nuevo, un
año más descubriendo los entresijos de la ciudad. Éramos cuatro, como los
puntos cardinales, como los cuatro elementos, tan diferentes, cada uno con sus
peculiaridades, con sus perspectivas de la vida, con sus análisis de la
existencia, pero algo nos unía, el interés por conocer, por descubrir y por
compartir unos instantes de nuestra "monotonía", de una forma distendida. Junto a aquellos
seres humanos con los que compartía algo más que trabajo (…) nos encontrábamos otra vez
en un paraje de ensueño, absorbiendo todo el hálito que le imprimió su
arquitecto. De nuevo las columnas, de nuevo una vista de la ciudad
sorprendente, de nuevo utopías y realidades fascinando el intelecto de miles de
almas, entre las que se contaban las nuestras. Después de tanto alimento
intelectual debíamos alimentar también nuestro paladar y lo conseguimos en otro
emplazamiento donde nuestras miradas reposaban sobre un mar en calma, de un
azul intenso y rotundo, completando así una jornada para recordar.
Fotografía: fondo personal
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