Fue entonces cuando entre ellos se alzó la barrera invisible del engaño. No
pudieron controlar los sucesos que acaecieron posteriormente y su relación quedó
fragmentada, hecha añicos, rompiéndose en mareas no imaginadas, apagando el fuego
que les había unido. El intento de recuperar la confianza con palabras hechizadoras
fue en vano. El deseo se había roto, la
inocencia había quedado pisoteada y la fosa insondable de la infidelidad logró
ahogar bajo su peso aquellos momentos de ternura. Todo había terminado.
Sin duda no es un final feliz. Pero... seguro que hay al menos una persona que se alegra de esta situación, y de la que me encantaría conocer su historia.
ResponEliminaEn próximos textos más información. Continuará...
ResponEliminaA veces y aunque parezca extraño, sufren los dos. No han sabido mantener la pasión,, no se explican como, pero no lo han logrado. Entonces es duro, muy duro para los dos, se quieren, pero no se aman.
ResponEliminaEstoy segura de que es así, de que cuando se ha amado a alguien siempre queda aquella fragancia, pero hay que asumir que existen ocasiones insalvables y que se debe poner punto y final para no hacerse más daño.
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