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dilluns, 19 de març del 2012

La Pepa

Doscientos años, ¡ahí es nada!, doscientos años de mi promulgación, y la verdad yo me veo igualita que al principio. Ha llovido mucho desde entonces, pero parece que fuera ayer cuando en Cádiz, mientras que los gabachos dominaban toda la Península, unos cuantos decidieron formular una Constitución, la primera, que llevaría el signo de los nuevos tiempos, aunque ahogada posteriormente por un siglo convulso donde nadie parece saber qué debe hacer con este país y sus nacionalidades, que empiezan a adquirir preponderancia y a hacerse evidentes. Pero no hablemos tanto de historia, y sí de mí, que para eso cumplo años. Lo cierto es que en aquellos momentos de euforia, que duraron poco, todo hay que decirlo, corría por los pueblos y ciudades el nombre que me puso un avispado personaje. Nadie se libra de los motes en este país, ni siquiera la Constitución, así que fui llamada la Pepa porque vi la luz por primera vez el día de San José. Ciertamente que no me disgusta, de hecho sé que en ocasiones complicadas, más de uno gritó ¡Viva la Pepa!, un nuevo eslogan (ya veis que evoluciono con los tiempos)  para aquéllos que creían en el articulado que me confería entidad. En fin, no quiero extenderme mucho más, ¡YO SOY ESA!, como diría una cantante muy cuestionada (lo dicho, estoy o no a la última).
 

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