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diumenge, 3 de juny del 2012

Ruptura (para Isabel)


Supo que sería el hombre de su vida e iniciaron un camino juntos, sorteando los misterios de la existencia. Las señales fueron evidenciándose y todo hacía prever la gran borrasca que se avecinaba y que ahogaría, en la tormenta de la incomprensión, tantos años de amor. Después de la tempestad llegó la calma y el distanciamiento, y aunque ahora vagan por laberintos opuestos, sus vidas siempre tendrán un nexo de unión que les recordará que un día, lejano ya, su sendero tenía el mismo trazado y sus anhelos transitaban por la misma vía.



Fuente fotografía:  bajolainfluencia.es

4 comentaris:

  1. El día que escuchen aquella canción y en lugar de una lágrima en la mejilla, aparezca una sonrisa, el sendero y el trazo resultarán más definidos. Qué bien cuentas las cosas!

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  2. Y como (casi) siempre el Príncipe no tuvo categoría ni para convertirse en rana.
    Gracias Antonia.

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  3. Las ranas no entienden de canciones, lágrimas, senderos. Al final todo se olvida y al igual que dentro del agua, todo se ve borroso, la respiración intensa y los pensamientos raros.
    No hay Principes, ni Blancanieves, todo es un cuento que nosotros mismos destruimos, parece que nos de miedo ser felices.

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  4. Así las ranas (todos nosotros) ¿no pueden esperar nada más? ¿No crees que es posible que algunas en su charca puedan ser felices?
    El resto tenemos un grave problema: el conocimiento debería hacernos libres pero en muchas ocasiones lo que consigue es hacernos infelices.

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