La noche iba haciendo acto de presencia, su manto de oscuridad ocultaba todo el espectro de color que había deslumbrado escasas horas antes. Los susurros y aleteos nocturnos conferían al ambiente un halo de terror que petrificaba la sangre en las venas. Un miedo paranormal se apoderaba de nuestras mentes; nosotros que unos instantes antes habíamos disfrutado de un romántico paseo por los rincones del parque, buscando un lugar donde ocultarnos de las miradas inquisitorias, ahora parecíamos dos escolares aterrados oyendo sonidos extraños, viendo imágenes fantasmagóricas, todo generado por una imaginación efervescente que se desbordaba y que agitaba nuestros cuerpos. De repente una luz esplendorosa se apoderó del espacio, inundando todo de cegadora claridad. Se habían encendido las farolas del parque.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada